Mientras el intendente Damián Selci se queja de la falta de fondos, el municipio de Hurlingham lleva adelante una millonaria campaña de publicidad en dólares en redes sociales, vía pública y hasta grupos de WhatsApp para instalar a su candidata a concejal en las elecciones del 7 de septiembre, la ex diputada nacional y actual jefa de Gabinete Florencia Lampreabe. Mientras tanto, la gestión acumula denuncias por abandono del hospital PAMI, inseguridad en aumento y un municipio con servicios básicos en decadencia.
Lampreabe, puntera de Máximo Kirchner y recordada por un paso opaco por el Congreso, es presentada ahora como “renovación política”. Pero surge una pregunta inevitable: ¿por qué una dirigente que no es de Hurlingham ni nunca vivió en el distrito pretende ahora hacer algo por los vecinos? Detrás de su candidatura se encuentra el mismo aparato de La Cámpora con una inversión publicitaria cuyo costo en dólares genera serias sospechas sobre su origen y financiamiento.
La estrategia comunicacional no se limita a la propaganda abierta: vecinos denuncian que funcionarios municipales y militantes camporistas administran perfiles falsos y grupos de redes para intervenir las conversaciones locales, desviar críticas a la gestión y saturar de elogios a la candidata. Una réplica de las “granjas de trolls” que Selci y sus aliados critican del gobierno de Javier Milei, pero que vuelven a utilizar sin pudor en el distrito.
El apellido Lampreabe tampoco llega solo. La candidata es esposa de Eugenio Garriga, actual secretario de Educación y ex número tres del PAMI Nacional, investigado junto con Martín Rodríguez y Luana Volnovich por el desvío de fondos en la causa de los centros de jubilados fantasmas y en la llamada “ruta del dinero negro” de las Plazas PAMI. El nexo entre la propaganda actual y las denuncias de corrupción pasadas alimenta la desconfianza en la transparencia del manejo de recursos municipales.
Mientras Selci busca blindar a su candidata política con publicidad a gran escala, la realidad de Hurlingham avanza en dirección opuesta: calles destruidas, deterioro de la salud pública, barrios inseguros y vecinos cada vez más alejados de un municipio que parece más ocupado en fabricar una imagen electoral que en resolver los problemas urgentes de la gente.